domingo

La Opinión Pública son los padres

Dicen por ahí que cualquier pelotudo tiene un blog y siempre pensé que eso era un buen signo. Como el término suena algo peyorativo en una primera instancia, prefiero reconocer épocas blogueras en las que somos indistintamente "politólogos de almacén", "economistas de taxi" o "semiólogos de verdulería". Y como diría feisbu "me gusta eso".

Ante la eterna vocación separatista de demostrarle a los grandes oligopolios mediáticos que mienten, cualquier indicio de manipulación que pueda llevar a cabo Clarín es subject de un post que se regenera en un montón de otros posts.

A continuación no voy a especular respecto de las transformaciones que puedan producirse a través de esta práctica porque más que convencer, me gusta andar confundiendo. Sí, lo que mejor hago es confundir.

Consecuente con mi forma de insultar al grito de "Funcionalistas!" suelo indignarme cuando aquellos que intentan escamotear el dominio mediático utilizan las mismas armas de los dominantes sin hacer una crítica al respecto. Así que va una punta para repensar algo más que instalado: la opinión pública no existe.

¿Cómo funcionan las encuestas de opinión?

Hay tres supuestos fundamentales que las orientan:
1- Las encuestas suponen que todo el mundo tiene una opinión sobre el tema, lo que en otros términos sería equivalente a decir que "opinar está al alcance de todos".

2- Suponen que todas las opiniones tienen el mismo peso o que todas las opiniones particulares valen igual.

3- Hacer la misma pregunta a cualquiera supone que existe un consenso sobre el problema y que todos están de acuerdo en que eso vale la pena ser preguntado.

(De momento dejo de lado las críticas a las representaciones muestrales y los sesgos utilizados en la formulación de las hipótesis y categorías porque lo hemos posteado muchas veces)

Para las encuestas de opinión, aquello que llaman “Opinión Pública” es igual a la sumatoria de opiniones individuales desconociendo adrede que las opiniones son en definitiva fuerza y que las relaciones entre opiniones son conflictos de fuerza entre los grupos, algo muy lejano al supuesto naive que muestran las consultoras de opinión.

Aquellos que llevan el estandarte de la Opinión Pública se esmeran en dotar de legitimidad esta práctica instituida porque persiguen una finalidad política, lo que equivale a decir que una encuesta de opinión es antes que nada, un instrumento de acción política que impone la ilusión de existencia de “una opinión pública” resultante de una sumatoria de opiniones individuales. Esta ilusión tan característica de las tapas de los matutinos oculta un estado de tensión propio de la opinión que no es más que un sistema de tensiones en permanente pugna por el sentido.